Ya estamos en el día 6 del viaje, hoy nos toca visitar Roses, ya que el día anterior llegamos por la noche.
Es un pueblo con bastante oferta turística y tiene un puerto pesquero que es de los más activos de la zona. Se puede visitar el recinto de la Ciutadella, Bien Cultural de Interés Nacional, posee un espacio arqueológico, una sala de exposiciones, un museo de historia y un espacio escénico. En su interior se encuentra una muralla griega y una medieval y se pueden ver los barrios romanos y griegos, así como contemplar la fortaleza del siglo XVI e incluso los restos de un monasterio medieval. La Ciutadella es ordenada construir por Carlos V, en el siglo XVI para proteger la zona de los ataques piratas. El precio de la entrada general es de 4€.
La oficina de turismo se encuentra al lado de la Ciutadella y a un extremo del paseo marítimo, por lo tanto, nosotras fuimos caminando por el paseo, pasando el puerto pesquero (en el que organizan visitas guiadas y te enseñan los diferentes tipos de pesca, las especies autóctonas y se puede ver una subasta en la lonja), llegamos a la playa a los pies del Castillo de la Trinidat, construcción del siglo XVI, se puede visitar pero solo abren por las tardes, desde allí se obtienen unas fantásticas vistas. Esta playa al lado del puerto y del castillo, es la más recogida del viento y en la que hay menos turistas.
Comenzando la tarde, nos fuimos dirección al monasterio de Sant Pere de Rodes, a unos 23 km de Roses y atravesando el Parque Natural de Cap de Creus. Es un antiguo monasterio benedictino de finales del siglo IX que se encuentra a unos 520 metros sobre el nivel del mar en la sierra de Rodes. Entorno privilegiado con vistas directas al pueblo del Port de la Selva, a su izquierda a Llançà y a la derecha al Cap de Creus. Junto al monasterio se encuentran los restos del castillo de Sant Salvador de Verdera y los restos del pueblo medieval de Santa Creu de Rodes, donde se encuentra la iglesia Santa Helena de Rodes, que se puede visitar de forma gratuita. Hay un lugar habilitado para aparcar cerca del monasterio.
Después bajamos a ver el pueblo de El Port de la Selva, tuvimos la suerte de llegar justo cuando estaban desembarcando pescado fresco en el puerto y vimos como lo llevaban a la lonja donde los compradores esperaban para llenar su cesta. Una de las cosas que más había son las gambas rosadas típicas del Cap de Creus, tanto verlas que nos dio un antojo terrible de comerlas y nos quedamos en El Port de la Selva a cenar. ¡Muy buenas!
Saciada nuestra ansia, nos despedimos del mar, ya que pusimos rumbo a interior y nos fuimos a dormir a Figueres. Al siguiente día tocaría Figueres y Girona.